Aug 25, 2017

acoso escolar y convivencia

Se llamaba Pablo. Tenía solo 14 años.  Se ha suicidado en Aguilar de Campoo en lo que parece un nuevo caso de acoso escolar.  ¿Cuándo haremos algo más que decir en alto "Basta ya"?




Hace unos meses, casi 4.000 docentes realizamos en Madrid un curso sobre Acoso y Convivencia convocado por Educamadrid.  Ya dije mi opinión sobre ese curso en dos entradas anteriores (despedida y rebajasMooc ) aunque repetiré algunas reflexiones que siguen vigentes, desgraciadamente. 

Pero lo que hoy creo que hay que resaltar es qué podemos hacer para afrontar este problema. 

Yo no tengo la solución. ¡Qué más quisiera! Pero sí tengo opinión. Todos los maestros y maestras trabajamos la convivencia escolar, nos ocupa y nos preocupa,  estoy convencido de ello y  seguro de que podemos hacerlo más y mejor. 

1- Creo que el aspecto sancionador está suficientemente desarrollado. Las normativas de los centros educativos establecen protocolos claros para castigar conductas contrarias a la convivencia escolar. Los Reglamentos de Régimen Interno, la Comisión de Convivencia...No necesitamos nuevas leyes, basta con aplicar las que tenemos. 

2- Sería importante actuar sobre las emociones. Esas que tantas veces obligamos a los alumnos/as  a dejar en la puerta de la escuela  para que las recojan cuando suena el timbre de salida. El bienestar afectivo no debe ser un objetivo educativo, es una condición previa para un aprendizaje eficaz.  Un currículo desmesurado y unos estándares que perpetúan un aprendizaje memorístico no contribuyen a llevar a cabo proyectos dirigidos a mejorar valores de convivencia democrática o de tolerancia o a promover y generar espacios para la participación infantil y juvenil. Dedicamos mucho tiempo a resolver conflictos y muy poco en educar para la convivencia.  

3- Hay cuentos que no me creo. Tras casi 30 años de docencia en la escuela pública no he visto muchas iniciativas por parte de la Adminstración dirigidas a mejorar esa convivencia, por poner algunos ejemplos:

- la disminución del número de alumnos/as por aula (hasta 30 en Primaria y más allá en los IES) porque las relaciones interpersonales tienen lugar en aulas masificadas. 
el aumento de las plantillas de profesores que permitan atender la diversidad de manera eficaz (¿casualidad que se recorte en especialistas en PT, AL, Compensatoria...?) o establecer "planes de vigilancia", olvidando cómo estamos en los colegios de la Comunidad. 
la resistencia a establecer Equipos de Orientación permanentes en los centros de Primaria (ahora solo acuden 1 día a la semana ¿cómo atender a los 700 alumnos/as de mi centro?, al menos en la escuela pública; de las otras prefiero no hablar). 
la sustitución inmediata de bajas, especialmente las prevista de antemano (bajas por embarazo, lactancia, ...). Quizá así tendríamos más tiempo para diseñar y aplicar estrategias y planes de mejora de la convivencia, ademas de cumplir con los apoyos que influyen también en el devenir de la vida cotidiana en las aulas. 
- la formación del profesorado sistemática y profunda en metodologías activas y atención a la diversidad y la resolución de conflictos. El trabajo cooperativo, entre otros, basado en el respeto mutuo, la ayuda, la colaboración, exige tener en cuenta al compañero/a, escucharle y ser escuchado, ser tenido en cuenta, encontrar tiempos y espacios para vivir experiencias de éxito en el trabajo escolar, mejorar habilidades sociales, aumentar la autoestima ... y promover una escuela menos competitiva e individualista. Pero las metodologías activas cuadran muy mal con la fijación en esa especie de "entrenamiento" que se nos demanda para quedar mejor en el ranking. 
la dotación de los centros, la multiplicación de recursos, porque la convivencia se desarrolla en un espacio concreto: nuestras aulas. Unas aulas masificadas donde la convivencia resulta difícil. 

Por supuesto que  comparto con todos/as la idea de que la violencia escolar (pero no solo escolar, también en los campos de fútbol, en las fiestas, en la calle, en la familia...) se ha convertido en una de las primeras preocupaciones de la sociedad y en un problema que debemos afrontar de manera global. No caben medias tintas ante el acoso o el maltrato, entendido en su sentido más amplio, del mero insulto a la agresión pasando por el rechazo o el aislamiento. 

La Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar tiene buenas sugerencias al respecto. Ya decía Antonio Luengo (psicólogo y ex secretario general del Defensor del Menor) que   "el acoso escolar no es un problema escolar, sino social", pero que se manifiesta en las aulas porque es donde más tiempo pasan los menores. "No se trata de un problema de la escuela o de su organización, sino de una sociedad que durante años ha estado visibilizando que la chulería, la arrogancia y el pasar por encima de los demás, es una manera de estar en la vida que te hace triunfar".

Y termino, que me estoy alargando, y lo hago con unas palabras que leí hace tiempo pero que resuenan ahora con más fuerza:

Una escuela de calidad, una sociedad de calidad en la que merezca la pena vivir, sólo es posible con adultos de calidad que ejerzan (sin esconderse) desde el ámbito o desde el papel social que les corresponda. Adultos que por su forma de vivir convenzan, contagien a niños y a adolescentes (y a otros adultos también) de que hay una manera de relacionarse con la vida y con uno mismo que merece la pena aprender, por la que vale la pena esforzarse.
(Lourdes Bazarra, Olga Casanova, Jerónimo García Ugarte. El País, mayo 2004)

(merece la pena leer el artículo entero, tiene ya 12 años pero parece que no han cambiado mucho las cosas)


De momento, solo nos queda compartir el dolor con la familia y los amigos de este chaval, manifestar nuestras condolencias y nuestro deseo de que esto no vuelva a suceder. 

Ojalá no todo se quede en palabras. 

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