Jan 19, 2016

D.E.P. EDUCACIÓN COMPENSATORIA.

Todos los docentes sabemos que la Educación Compensatoria atiende a alumnos/as con un desfase curricular de dos años, sean estos causados por el motivo que fuere y en situación de desventaja social y que la finalidad es "compensar" esas desigualdades para poner a esos chicos  y chicas en igualdad de condiciones que el resto de compañeros proporcionándoles una educación integral.

Hasta hace un tiempo, esos alumnos/as eran objeto de un trato diferenciado:  eran atendidos por un profesor/a específico (no le llamaré "especialista" con objeto de ser lo más preciso posible) en un lugar específico (no le llamaré "aula", por el mismo motivo) y además, eran evaluados según una adaptación curricular elaborada por el tutor.

No es mi propósito cuestionar el procedimiento "real" de inclusión de alumnos en ese programa ni el mal uso de algunos que aprovechan para "deshacerse" de alumnos problemáticos o de difícil atención que "no siguen el ritmo de la clase" (como si no fuera la clase la que debería seguir el ritmo de los alumnos). Ni siquiera  cuestionaré ahora la misma  necesidad del programa de Compensatoria, que quizá aleje y no acerque al alumno a "lo que sucede en el aula";  habría mucho que decir si nos adentramos en términos como "educación inclusiva", "aula integradora", "metodologías activas", "atención a la diversidad", "curriculum flexible y autoestima"... Ya habrá momento de eso. 

Lo que ahora me urge es  expresar un sentimiento. Un sentimiento de sorpresa, de perplejidad mejor, y de pena, quizá de enfado. Impotencia, al fin. 
A partir de ahora, mis alumnos/as de Compensatoria serán evaluados como el resto de los alumnos; es más, la directriz que llega a los equipos directivos y que estos nos trasladan  a nosotros, es que "hay que suspenderlos".
¿Para qué entonces diseñar unas adaptaciones? ¿Qué hay que adaptar? ¿Para qué sacarlos de la clase? ¿Para qué tantos recursos?  ¿Para qué materiales adaptados?
¿Alguien puede darme alguna respuesta convincente?
 Y lo que es peor...
¿Cómo  le digo a mis alumnos/as que deben esforzarse por mejorar? ¿Cómo les explico que, con la ayuda de sus compañeros y su maestro, lograrán superar sus dificultades? ¿Cómo les convenzo de  que con trabajo, voluntad y estrategias adecuadas puede lograrse cualquier meta? ¿Cómo les explico eso y después le digo "...pero en junio, que sepas que, hagas lo que hagas,  estarás suspenso". 

¿O es que alguien piensa que con dos horas semanales de  atención "especializada", un niño/a va a superar sus dificultades provocadas por largos cursos  repletos de absentismo, de abandono familiar, de desidia escolar que aumenta esas enormes lagunas de aprendizaje, de falta de expectativas, de vivencias de fracaso y de complejos personales y sociales, de desconocimiento del idioma...? 

¡Ojalá el "lumbreras" que ha planteado tal cuestión viniera a los centros a iluminarnos esa oscuridad en la que vivimos y  que nos impide a algunos ver las ventajas de esta nueva agresión educativa. Porque eso es, a mi juicio, esta norma. ¿Es equidad tratar a todos por igual? Por supuesto que no. Habrá que preguntarse, entonces, qué hay detrás de esa norma. ¿Qué esconde? Nada es casual.

Y antes de acabar, sorpresa y pena me causa de igual modo ver la "no respuesta" de muchos compañeros/as , incluidos algunos "de compensatoria", que lejos de movilizarse contra este sinsentido, lo asumen como si nada hubiera cambiado. "Es lo que hay".
En eso estamos de acuerdo. Es lo que hay. 

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