Jan 4, 2016

¿un pacto educativo? sí, pero conmigo mismo.

Comienza un nuevo año. Es tiempo de propósitos, retos y deseos. No voy a compartir toda la lista, que es larga; tan solo, compartir mi gran propósito para el 2016: un gran pacto educativo. No, no se trata de soñar con que los políticos se pongan de acuerdo en un asunto como éste, no soy ningún iluso y no sueño cosas imposibles; nuestros políticos están ocupados y preocupados en otras cuestiones “más importantes” y ya sabemos que la Educación no es una de ellas.
Te estarás preguntando, entonces, de qué pacto se trata. Te aclaro el misterio: me he propuesto un pacto educativo…conmigo mismo.  Y me lanzo rápidamente a explicarme antes de que  dejes de leer esta reflexión.
Imparto clases en 5º de Primaria en un colegio público en el sur de Madrid.  Son ya 29 años, en los que ha habido de todo. Me ahorro detallarlos y los resumo en pocas palabras:
Desde hace 10 años participo en el programa eTwinning, en proyectos de colaboración escolar con otros países de Europa; eso supuso un vuelco total en mi práctica docente; he incorporado a esa práctica,  técnicas de aprendizaje cooperativo y llevo varios años trabajando sin libros de texto, que he sustituido por materiales propios incorporando las TIC (con mi propia web y con el uso de blogs y wikis) y trabajando por y en  proyectos (La historia es puroteatro, El quijote con las TIC, Palabras azules, Luces para aprender…) y me encuentro muy cómodo así.  Comparto ideas y trabajos en cursos y MOOCs de todo tipo (ABP, Competencia Digital,  eTwinning en abierto, Narración Digital, TIC e innovación…) y aprendo con entusiasmo  de los “imprescindibles” como @tonisolano  (Toni Solano),  @ftsaez (Fernando Trujillo), @LourdesGiraldo (Lourdes Giraldo), @dancassany (Daniel Cassany) y tantos otros.
Pero continuamente me he estado preguntando si hago lo correcto. ¡Son tantos los que te lo recuerdan cada mañana!. Estoy convencido de que sí pero es difícil luchar cada día y mantener tantos frentes abiertos: los compañeros, el equipo directivo, las familias, la misma normativa educativa (no nombro la inspección porque ni está ni se le espera, ¿no se le puede llevar a la mesa de absentismo escolar? ). Tengo épocas de entusiasmo en las que, cual anticiclón de las Azores, vivo bajo un cielo azul y plácido pero rápidamente se cubre de borrascas que solo traen vientos huracanados, frío y lluvia diluviana.  Y no hay “hombre o mujer del tiempo” que se atreva a avanzar ninguna  predicción para el mundo educativo en los próximos... ¿días?,  no, yo diría en los próximos años.  (Total, con echar la culpa “al Niño”,  para variar…)

Reconozco que estoy cansado, incluso harto. Cansado de tener que justificar continuamente mi metodología, cuestionada cada día; cansado de repetir entre mis compañeros mis ideas, compartir materiales y mostrar los productos del trabajo escolar sabiendo que es predicar en el desierto;  cansado de nadar contracorriente en una marea de hastío y desidia;  y estoy harto, harto de escuchar los mismos comentarios (“qué más da, no sé para qué te complicas la vida, si vas a cobrar lo mismo, si no merece la pena, para lo que nos pagan, si no depende de nosotros, si las familias no colaboran, si los alumnos no se esfuerzan...”); harto de esta “pedagogía clandestina” en la que parece vivir uno, escondiéndose e intentando que no se note mucho, porque lo mejor es pasar inadvertido, y harto de seguir soportando comentarios y miradas incluso despectivas. 

Pero se acabó. De este año no pasa. Este 2016 voy a hacer un pacto educativo conmigo mismo: cargado de fuerzas y razones habrá que dar un paso al frente y acabar con esa lucha. 2016 será el año de ese genial "golpe de Claustro" de las #educentadas 



  De momento, he acabado con los deberes escolares tradicionales y con los exámenes de siempre. En clase, evalúo con rúbricas propias y con portfolio.  Se acabaron los boletines de notas que no informan de nada y que no sirven al alumno para intervenir en su proceso de aprendizaje.  He reunido a las familias y  les he explicado mis iniciativas. Afortunadamente, cuento con su apoyo, no sé si muy decidido, pero ilusionante. Ahora me toca lidiar con mis compañeros, con el Claustro y con el equipo directivo.  

Ya está bien de mediocridades, ya está bien de programaciones copiadas de esa editorial,  ya está bien de convertir la labor docente en la mera aplicación de un libro de texto, ya está bien de normas absurdas y ridículas que enseñamos y obligamos a obedecer, ya está bien de estándares que perpetúan aprendizajes memorísticos, ya está bien de Claustros aburridos y estériles, ya está bien de Comisiones que no se reúnen y de Sesiones de Evaluación que no evalúan y de Memorias para cumplir el trámite; basta de quejas por los pasillos; basta de utilizar a los niños y niñas o a las familias como escudo protector de nuestras propias limitaciones.

Creo que otra escuela es posible, una escuela integradora, solidaria y  tolerante que asuma la diversidad como un valor, donde no sobre nadie, porque a cooperar y a convivir también se aprende;  una escuela que se convierta también en un espacio de aprendizaje docente, una escuela acogedora donde se vivan clases “memorables”, como dice @ftsaez, donde de verdad, pero de verdad, los alumnos tengan la palabra.  No hay que innovar para cambiar las cosas, hay que innovar porque las cosas cambian y la escuela no es que no deba quedarse atrás, es que ya hace tiempo que les perdimos de vista. Es hora de acelerar el paso y ése es mi propósito para el nuevo año.Ni un paso atrás y cada día ir a ese "gimnasio educativo" donde adelgazar mis temores y fortalecer mis sueños.


Perdóname por desahogarme en estas fechas de sonrisas y celebraciones pero uno no elige sus pasiones, más bien al contrario, las pasiones lo eligen a uno. Me apasiona enseñar pero creo que es momento de dejar de mirarse el ombligo y no conformarnos hasta que a ellos, a nuestros alumnos y alumnas,  les apasione aprender (¿hay mejor estándar?).   “Como no sabían que era imposible, lo hicieron”. En ello estamos.

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