Después de sumergirme estas
semanas en el océano de las evaluaciones internacionales y bucear
detalladamente, es momento de salir a la superficie y reflexionar.
Quiero centrarme en un solo
aspecto: la innovación y el profesorado.
Si algo podemos aprender de los resultados de PISA y demás pruebas, es
que es necesario modificar nuestras prácticas pedagógicas porque la
calidad de un sistema educativo no puede ser superior a la calidad de su
profesores y del trabajo que desarrollan (Andreas Schleicher) Y no es que tengamos que innovar para cambiar
las cosas, es que tenemos que innovar porque las cosas cambian. Los avances tecnológicos, sociales,
económicos, están transformando la sociedad (el conocimientos, los usos y
costumbres, el aprendizaje…) y la
escuela no puede quedar al margen. Más bien al contrario, debe ser (como
siempre debió ser) un medio de transformación social y responder a las nuevas
demandas sociales del siglo XXI.
He leído el informe TALIS , el
Estudio Internacional sobre Enseñanza y Aprendizaje, realizado entre 70.000 profesores y
directores de 23 países cuyo propósito es estudiar las condiciones de la
enseñanza y el aprendizaje, la dirección en los centros, la preparación y
desarrollo profesional y la valoración del trabajo de los profesores.
Vayamos con algunas cifras, pero ¡cuidado!, sujétense que hay curvas:
-
Un 41% de profesores trabaja en un centro
en el que NO se ha llevado a cabo una
autoevaluación en los últimos 5 años.
-
Un 60% de los profesores NO ha sido sometido a
una evaluación ni ha recibido información sobre su trabajo.
-
Un 90% dicen que NO recibirían ningún
reconocimiento por mejorar la calidad de su enseñanza o por ser más innovadores
en su enseñanza.
Estos datos me llevan a realizar
unas reflexiones que comparto con vosotros:
1- No existe una cultura evaluativa en
España. Y no será porque no evaluamos. De hecho, es curioso que
siendo la escuela un lugar donde estamos constantemente evaluando (dividimos el
curso en evaluaciones, controles, parciales, exámenes, boletines de notas, reválidas, pruebas de “destrezas
indispensables”, memoria del ciclo, del
Claustro, de la CCP, nos evalúan los padres, …) y, recordando que la evaluación
busca la mejora del aprendizaje y de la enseñanza; resulta curioso, decía que
la escuela sea uno de los lugares donde
menos se cambia o se cambia más lentamente. Lo datos reflejan que vivimos muy cómodos
porque nadie nos evalúa. Una vez cerrada la puerta del aula, pocas explicaciones debemos dar y a nadie
debemos rendir cuentas.
2- Los
maestros que llegan nuevos tampoco suelen aportar nuevos planteamientos
innovadores. La formación de los
futuros maestros creo que adolece de muchos errores tanto sobre
metodologías activas, uso de las TIC o estrategias de evaluación. A los
profesores de prácticas no se les exige ninguna tarea especialmente
comprometida, aprobar la práctica es
pura rutina. El mismo procedimiento de acceso a la profesión creo que no es el idóneo, basta compararlo con
la selección de profesorado en Finlandia
(¡siempre Finlandia!).
3- La formación continua depende de
la buena voluntad e iniciativa del profesorado (salvo algunas mínimas
exigencias de horas para cobrar parte del sueldo, cada 6 años). Yo hablo de la
carencia de una auténtica y eficaz formación en centros. La carrera docente es limitada y no promueve
la innovación y el cambio. ¿Total, para qué complicarse la vida? Trabaje más o menos, mejor o peor voy a ganar
lo mismo, tendré menos problemas con los padres y menos complicaciones con los
compañeros. El dato del 90% que piensa que no les merece la pena o que no compensa innovar o introducir mejoras en sus
prácticas, es preocupante (y reveladora).
4- Trabajamos aislados. Nos
reunimos bastante pero trabajamos generalmente solos. España, según TALIS, es
el país en el que la cooperación entre profesores se limita a intercambio y coordinación
de ideas e información y no de colaboración profesional directa. Y un profesor no puede trabajar solo. No estamos acostumbrados a trabajar en
equipo, de forma colaborativa. Y, como escuché una vez al ministro Ángel
Gabilondo, un profesor aislado es un
peligro público. Se educa en comunidad. Se aprende siempre con otros,
compartiendo experiencias; se piensa con otros, se vive con otros, se crece con
otros, se educa con otros. Personalmente, he de admitir que, como dice la canción, "soy amigo de la piedra ya, de tropezar" pero aún así participo en grupos de trabajo con otros docentes europeos a través del
Programa eTwinning y debo reconocer que el grado de confianza, de debate, de
reflexión... es inmensamente mayor que con muchos de mis propios compañeros de
colegio. Y he aprendido mucho conociendo
experiencias de éxito y buenas prácticas reales en el aula.
¿Y qué se puede hacer? ¿Hay
solución? Tanto como eso, no lo sé, más quisiera tenerlas. Pero creo que no nos
vendrían mal algunas “cosillas”:
1- Soy
partidario de una mayor autonomía del
profesorado para implementar programas y métodos didácticos que promueven nuevas
formas de enseñar (porque vivimos nuevas formas de aprender). El currículo o la
organización escolar, los horarios, las asignaturas,...se convierten demasiado a menudo en obstáculos para el
cambio. Mi opción: el trabajo
cooperativo (¡ojo, no hablo simplemente de trabajar “juntos” para hacer un mural o
trabajo en equipo, me refiero a grupos heterogéneos cooperativos que potencian
la creatividad, rompe el individualismo y la competitividad, mejora la autoestima y la motivación y además
promueve un aprendizaje más eficiente y duradero) y el trabajo colaborativo con
otros centros docentes y, por encima de todo, metodologías activas centradas en el alumno: ABP, gamificación, ...
2- Sigo
con la autonomía. Autonomía para elaborar mi
propio material sin utilizar
libros de texto en ninguna materia que me impongan qué y cómo enseño y
qué o cómo evalúo. No puedo atender a la diversidad del aula con un solo
material /propuesta, y me niego a que
ninguna editorial me dicte los textos, preguntas o problemas que harán
progresar a mis alumnos que yo conozco tan bien (no creo en el alumno estándar) no me considero un mero aplicador de libros o guías didácticas y así que exprimo al máximo el potencial
de las TIC.
3- Esa
autonomía exige también rendir
cuentas, ser evaluado. Propuesta:
mejorar la carrera docente valorando las iniciativas innovadoras, la dedicación
y el logro de objetivos educativos.
4- No
creo en el trabajo solitario. Nos necesitamos. El trabajo en equipo de forma colaborativa, la creación de
grupos de trabajo, la participación en grupos de discusión o debate como este
propio curso… son buenas medidas para comenzar el cambio. Pero debe ir más allá.
La auténtica colaboración es el motor del cambio y la mejora educativa. Mi
opción: la presencia de 2 profesores en el aula en materias como Lengua o
Matemáticas (los resultados de la docencia compartida aseguro que son espectaculares, para el alumno y para mí) y el trabajo colaborativo con docentes (del centro o de otros centros,
incluso extranjeros). Creo que sería buena idea trabajar en una especie de Red de Centros donde
pudiéramos compartir e intercambiar experiencias y prácticas de éxito.
Comparto con
Alvaro Marchesi la opinión de que los informes externos sugieren que el
cambio principal que debería provocarse para mejorar los resultados de nuestros
alumnos está en las aulas y no tanto en el funcionamiento de las escuelas.
Y tenemos
tarea por delante:
La precisión de los objetivos y contenidos
de aprendizaje (el currículo)
La distribución del tiempo de enseñanza
(horarios y organización)
El cambio metodológico
La mejora de la respuesta ante la diversidad
en el aula
La formación de profesores, inicial y continua.
La mejora y diversificación de la evaluación.
Sé que el asunto es complejo y que mis opiniones son fácilmente matizables: me dejé en el tintero otras cuestiones como la falta de apoyo que reciben los profesores, la responsabilidad en todo esto de los legisladores y Administraciones Educativas (¿o mejor, irresponsabilidad?), la colaboración (o la ausencia de ella) de las familias, la enorme presión social, la valoración y prestigio de los docentes, su malestar e incluso su soledad, también la vocación, la ilusión, la convicción de que tenemos una tarea vital para la sociedad del futuro.
enlace al espacio de debate MOOC
https://preguntas.mooc.educalab.es/preguntas_pisa_timss/pregunta/4614/la-innovacion-nos-pisa-los-talones-pero-nosotros-vamos-mas-rapido/
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