Jun 13, 2015

Unidad 4: en torno a la evaluación

Nos plantea, esta unidad 4, las siguientes cuestiones: 
  • ¿Cuáles son las prácticas de evaluación que utilizas en tu trabajo docente?
  • ¿Qué estrategias de evaluación utilizas?
  • ¿Qué tipo de evaluación te proporcionan?
  • ¿Te permiten ver a los aprendices actuando o solo replicando una lección que previamente has explicado?
  • ¿Te permiten valorar un buen número de competencias en tus estudiantes?
  • ¿Qué nivel de satisfacción expresarías con tus estrategias de evaluación?
Y en un plano más general, 
  • ¿Quién evalúa en tu centro?: ¿los docentes exclusivamente?, ¿los docentes y el alumnado?, ¿otros agentes?
  • ¿Qué se evalúa?: ¿sólo los contenidos propios de “saber”?, ¿también el “saber hacer”?, ¿actitudes?
  • ¿Cuándo se evalúa?: ¿al final de cada unidad?, ¿al final de un número determinado de unidades?, ¿al final del trimestre?
  • ¿Cómo se evalúa?: ¿con qué tipo de herramientas?, ¿exámenes escritos?, ¿exámenes orales?, ¿mediante plantillas de observación?, ¿mediante rúbricas?, ¿mediante portafolios?, ¿otros mecanismos? 


Debo reconocer que cuando me he puesto a pensar en cómo responder a estas cuestiones he ido entremezclando ideas muy dispares. Vayamos al tema, que es complejo. Intentaré resumir en algunos enunciados las respuestas a las primeras cuestiones:

1- Utilizo en mi trabajo docente muchas manera de evaluar, tan diversas como la diversidad de tareas que propongo en el aula. Creo que la evaluación no solo es un instrumento de constatación de resultados de mis alumnos sino, sobre todo, un instrumento de intervención educativa (en las dos direcciones: para que mis alumnos autorregulen su aprendizaje y para que yo reformule mi planificación).
2- Creo fundamentalmente en la evaluación colaborativa, ya que así concibo también la actividad en el aula y trato de dar coherencia a mi forma de enseñar y a mi forma de evaluar. Creo que es esencial la coevaluación y la autoevaluación del alumnado. Creo que el profesor debe situarse en la evaluación cara a cara con sus alumnos, incluso codo con codo y  no frente a ellos.
3-Como herramientas utilizo las rúbricas de evaluación, el registro de actividad diaria, el portafolio del alumno y la entrevista personal con el alumno. He eliminado las notas escolares, (con bastantes dificultades de todos los sectores) salvo las que por ley debo entregar a las familias. Pero sigo creyendo firmemente que deberían suprimirse de la educación Primaria (sí a la evaluación, no a las notas escolares como están establecidas); no creo que sirvan para informar del progreso de alumno ni para incentivarle y guiarle en su aprendizaje, tan solo para reproducir estructuras individualistas y competitivas).
4- Creo que estas estrategias me ofrecen una visión amplia de las competencias que tienen mis alumnos. La evaluación de conocimientos se sitúa en un segundo plano. 
5- Mi nivel de satisfacción es relativamente aceptable, porque sigo considerando que la evaluación sigue siendo mi (nuestra) asignatura pendiente.

Pero si mi nivel de satisfacción es aceptable, es mucho mayor mi nivel de "cabreo" o digamos mejor, de hartazgo cuando pienso en la segunda parte de la tarea. No creo que mi centro se distinga mucho de la mayoría de los centros. ¿Qué por qué es así?  Verás:

·   1- Estoy harto de que casi todo en la escuela gire en torno al momento de la evaluación (las noticias en prensa, las notas, los exámenes, los rankings...) cuando debería girar en torno al aprendizaje. Dividimos el curso escolar en evaluaciones y hacer esto conlleva separar la evaluación de los procesos de aprendizaje y situarla al final del camino, como rendición de cuentas exclusivamente. Nuestra nueva y brillante ley educativa parece confirmar esta situación.
·    2-     Estoy harto de que escribamos en nuestras programaciones que la evaluación será inicial, sumativa, final, formativa, diagnóstica etc...etc... y demás cuentos. La evaluación (la calificación) sigue siendo  clasificadora y sancionadora y sigue marcando los ritmos escolares. Las notas cumplen una función de selección y clasificación entre “buenos” y “malos” alumnos, en cierto modo, entre “vencedores” y “perdedores” porque para ser el mejor o el primero de la clase, alguien debe ser el último o el peor. La evaluación como la hacemos es un atentado contra la diversidad del alumnado. En una escuela inclusiva e integradora, con metodologías cooperativas, la evaluación debe ser otra cosa.
·       3-  Estoy harto de que las sesiones de evaluación sean un mero intercambio de listas con números; harto y preocupado por ese juego que identifica  (confunde diría yo) "aprobar" con "saber" (¿el problema en España es el abandono escolar o la tropa de ignorantes que pasan de curso sin saber nada o muy poco pero debidamente evaluados positivamente? ¿No os "han llegado" alumnos aprobados de cursos anteriores pero que "no siguen el ritmo" de la clase?)
·        4-  Estoy harto de tanta simpleza  ante la importancia de la evaluación. Me pregunto cuánto "fracaso" escolar, cuanto abandono temprano, tantas dificultades de aprendizaje, tanta repetición, tanto apoyo... no serían necesarias si revisáramos nuestras prácticas evaluadoras (qué evaluamos y cómo evaluamos). Digo simpleza porque de entrada deberíamos ponernos de acuerdo en los conceptos: "evaluación", "rendimiento", "aprendizaje" "ritmo de la clase"... El mayor trastorno que veo es el déficit de motivación e hiperpasividad de buena parte del profesorado.
·       5-   Estoy más que harto de los exámenes o controles (y me horroriza esa palabra "control").  Y de que no nos planteemos  que  hay dudas más que razonables sobre la validez, fiabilidad y coherencia de los exámenes o pruebas y si miden lo que dicen medir. La corrección, igualmente, se realiza sin rúbricas de evaluación o indicadores de logro; tan solo con la apreciación del profesor, casi “a ojo de buen cubero” o con referencia al enunciado del libro de texto. Cada profesor establece sus propios criterios y procedimientos de evaluación y tiene un nivel personal de exigencia.  Algunos docentes usan las notas para intentar regular la conducta de los alumnos, otros para sancionar, otros como supuesta motivación para el esfuerzo,… Son numerosos los estudios que confirma la subjetividad de la evaluación a pesar de utilizar estándares  evaluables. ¿Qué parte de la nota corresponde no al esfuerzo del alumno sino  a otros factores: el método de enseñanza utilizado, los recursos disponibles, los contenidos escolares, el nivel de exigencia, las expectativas del profesor, la confección de las pruebas, el tipo de evaluación realizada, la propia definición de las metas educativas? Nuestras valoraciones están sometidas a un amplio margen de incertidumbre.
·  6-        Estoy harto de tanta simpleza. La evaluación constituye un instrumento que afecta muy decisiva­mente a aquello que pretende medir; dicho de otro modo, los profesores no sólo nos equivocamos al calificar sino que influimos decisivamente en las calificaciones: nuestras expectativas, nuestras concepciones, nuestros métodos, nuestras decisiones sobre qué y cómo enseñar y qué y cómo evaluar marcan también el rendimiento académico de los alumnos
·    7-      Estoy harto de que siempre sean los alumnos los "culpables" de todo. Eso dice la evaluación ¿no?. ¿Cuántos centros escolares o cuantos profesores toman medidas sobre su acción pedagógica a partir de la información que nos da la evaluación? Pocos. Siempre es el alumno el que debe cambiar para mejorar sus resultados: estudiar más, hacer los deberes, esforzarse, trabajos extra, clases particulares… ¿No debería el profesor y el centro modificar algún aspecto que beneficie el aprendizaje de sus alumnos? ¿Implementar otros métodos que respeten los ritmos de aprendizaje, diversificar y enriquecer la evaluación, diseñar múltiples tareas para satisfacer las múltiples formas de aprender de nuestros alumnos,  modificar los recursos didácticos, potenciar la actividad en el aula…?
·     8-     Aprendí en otro MOOC que las formas que emplea un colegio para evaluar reflejan las concepciones sobre el aprendizaje que éste tiene. Preocupante afirmación si pienso en mi propio centro escolar. Uno de los datos más significativos en este asunto es que los estudios internacionales (en este caso, TALIS) muestran cómo el profesorado declara que nunca ha sido evaluado y el dato de España es de los más altos. Tampoco la mayoría de los centros escolares, más allá de la rutina de la “Memoria” y otro papeleo burocrático e inútil. Y es que, una vez aprobada la oposición, no hay más evaluación de nuestra práctica docente. No hay una cultura evaluadora para el profesorado en España para actualizar y mejorar la acción docente. Cuando hablamos de evaluación siempre nos referimos a la evaluación del alumno, situándonos además frente a ellos; responsabilizando, cuando no culpabilizando, en exclusiva a los alumnos de los resultados de su aprendizaje.  

·      9-   Si hablamos de la repetición, entonces dejo de estar harto, tendría que buscar una nueva palabra en el diccionario que definiera mi estado de ánimo. España se sitúa entre los países con tasas más altas de repetición (36%) mientras otros países andan por el 1 o 2% y otros, sin más, tienen prohibida la repetición en Primaria. Este año en mi centro repetirán muchos alumnos, y no solo al final de los antiguos ciclos, gracias a esta "magnífica" ley educativa: una nueva manera de clasificar y separar con una medida que en la mayor parte de los casos se ha demostrado absolutamente ineficaz (para el alumno, seguro; para nosotros ...ahí lo dejo).
·       
        10-  Estoy más que harto de que que siendo la escuela uno de los lugares donde más se evalúa y califica, sea uno de los sitios donde menos se cambia o se cambia más lentamente. ¿No es la evaluación una ayuda para el alumno (para mejorar la eficacia de su aprendizaje) y también para el profesor (para mejorar la respuesta didáctica)?

·         Soy partidario de la evaluación, a pesar de lo que pudiera parecer. Escuché una vez a Ángel Gabilondo, cuando era ministro de Educación decir que Lo que no se evalúa se devalúa. Es necesario evaluar como primer paso para lograr una mayor calidad en las prácticas docentes pero debe comenzar con una autoevaluación reflexiva de los equipos docentes



Sé que no he respondido al cuestionario de la segunda parte en su totalidad, cualquier profesor me suspendería la tarea si fuera evaluada en este momento;  esperaré a que se me pase el cabreo/hartazgo y pueda pensar más sosegadamente. ¡Perdón por la extensión y por el desahogo! 

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