Nov 15, 2018

eTwinning: una puerta a otra metodología

No es la primera vez que escribo algo sobre el aprendizaje cooperativo. Junto al Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) me han solucionado bastantes papeletas educativas que llevaban pendientes mucho tiempo. Aprendí junto a otros compañeros/as en el #CooperaMooc y colaboré hace poco con el @INTEF en una entrevista desde Directo Podcast de Gorka  Fernández (@gorkafm).

Sobre eTwinning, qué decir.  Desde que me embarqué en esa aventura colaborativa, allá por 2005, he vivido los mejores y más reconfortantes momentos de mis 30 años en la escuela pública. 



En todos los eventos en los que he tenido la suerte de participar, algunos junto a alumnos, siempre hay una pregunta que se formula irremediablemente. Se plantea más o menos en estos términos: " los proyectos que presentáis me parecen muy interesantes pero ¿cómo llevar a la práctica estos proyectos de colaboración en un aula de 30 alumnos/as?"



Y esa pregunta, que todos nos planteamos alguna vez, merece una respuesta más larga. Es la que me ha llevado a escribir esta reflexión: porque a mi juicio la mejor (¿o la única?) manera es cambiar esa mirada, ese 1-30,  y comenzar a hablar de 1-5.  Mientras no baje el número de alumnos por aula (algo poco probable), mi apuesta, decidida y rotunda, es el aprendizaje cooperativo. Aprovechar el gran potencial que tiene el aprendizaje entre iguales. Cuando te planteas y diseñas las experiencias educativas desde la perspectiva de 1 (maestro/a)- 5 (alumnos/as), la cosa cambia. (Incluso, ahora estamos llevando a cabo otro modelo más eficaz aún:  2-5. Hablo de la presencia en el aula de dos docentes para trabajar en grupos de 5. La docencia compartida es todavía un mundo poco explorado que puede ser la solución a ciertas dificultades que se nos plantean cada día)

No es mi propósito hacer aquí y ahora un tratado sobre el aprendizaje cooperativo o el ABP. No me atrevería.  Hay mucho y muy bueno y grandes expertos de los que aprenderéis mucho más. Por citar uno, Fernando Trujillo (@ftsaez), y que el resto no se me enfade. Yo sigo siendo un alumno y tan solo intentaré conectar esa metodología con la participación en proyectos eTwinning. La colaboración y la cooperación de la mano, gracias a eTwinning. 

Otro tema, que abordaremos en otro momento de manera más profunda, es la integración curricular. Mediante los proyectos eTwinning puedes "dar clase". No se trata, por tanto, de un añadido, de una actividad extra. El objetivo es desarrollar el currículo, en todas sus variantes (contenidos, objetivos, criterios de evaluación, competencias) a través de los proyectos de colaboración escolar eTwinning. Ello, nos va a exigir, principalmente, diseñar tareas multidisciplinares que, junto a la mejora del rendimiento escolar, van a facilitar la adquisición de otras competencias no menos importantes: la iniciativa, la toma de decisiones, la autonomía, la responsabilidad, las habilidades sociales...y mucho más. 

Tras una primera etapa en eTwinning donde había más trabajo paralelo de cada país socio, dimos un paso más y comenzamos a colaborar. Y trabajar en colaboración con otro socio europeo se plasma en crear grupos mixtos con niños/as de cada país socio y combinarlo con aprendizaje cooperativo en tu aula. Una mezcla pedagógicamente explosiva.  Resulta una experiencia muy recomendable y enormemente satisfactoria. Y menos complicado de lo que pudiera parecer. 

Para ello, hay algunas consideraciones que creo importantes:

1- A cooperar también se aprende. No se puede pasar de las filas de uno a trabajar en grupos (ni los alumnos, ni el profesor)

2- Es necesario cierto "entrenamiento" en cooperación y cierta "cohesión grupal" antes de adentrarse en escenarios más complejos.

3- Hacer grupos heterogéneos: de sexo, de competencia curricular, de nivel de ayuda (tanto la necesidad de ayuda como la capacidad de prestarla). No basta con sentarlos juntos y decirles que "trabajen juntos". Cooperar no es trabajar en equipo, quizá se acerque más el concepto de "equipos de trabajo". 

4- Dedicarle tiempo a diseñar tareas en las que los alumnos se necesiten para trabajar, porque sin la participación de todos no podrán lograr el objetivo final.

5-  Asegurarse de que las tareas permiten una participación equitativa de todos y cada uno de los alumnos, que ninguno se queda fuera ya sea por su mayor o menor ritmo de trabajo. 

6- Poner la ayuda como primera norma y condición para realizar cualquier tarea. No se trata de acabar el primero, de ser el mejor, ... aprender no es ninguna carrera. 

7- Los alumnos deben "vivir" los beneficios de colaborar y no solo "escuchar" sus bondades de nuestra boca. Y los beneficios son tangibles: entre otras cosas,  mejoran el rendimiento escolar, que no es poco. Seamos coherentes: nuestras formas de evaluar marcan profundamente qué y cómo aprenden nuestros alumnos. Diversifiquemos nuestra forma de evaluar y valoremos la cooperación como se merece. Solo así nuestros alumnos percibirán que es importante. 

8- Si de verdad creemos que el alumno es "protagonista de su propio aprendizaje" y que la metodología debe ser "participativa y activa", seamos valientes y que la innovación nos pille trabajando: que dejen de ser palabras vacías en las programaciones y se conviertan en realidad. Demos protagonismo al alumno, que tomen decisiones, escuchemos sus propuestas.  Existen multitud de herramientas que facilitan la colaboración entre los grupos de centros escolares separados por miles de kilómetros. Participar no es solo "estar invitado". Es, sobre todo, tomar decisiones, implicarse, decidir. ¿No queremos que nuestros alumnos sean autónomos? ¡Cómo lo van a ser si siempre les decimos (nosotros o nuestro libro de texto) qué y cómo tienen que hacer las cosas!

9- Combinar estratégicamente los grupos del aula con los grupos mixtos del proyecto eTwinning. Aprovecharemos así lo que cada uno puede aportar. Es así como la diversidad es un valor enriquecedor.

10- Elegir cuidadosamente herramientas que faciliten la colaboración. Un proyecto eTwinning no es mejor porque sea más largo, más complejo, con más socios, o con maravillosas aplicaciones TIC... un proyecto eTwinning es mejor, es de calidad, simplemente, si es eficaz. Si logra sus objetivos. 

Es cierto que la Educación nada contracorriente. Una sociedad cada vez más competitiva e individualista cuaja  mal con una escuela cooperativa. Y no, no me vengan con el discurso del "esfuerzo" y de la nota por encima de todo y de todos. No hay ninguna controversia. El aprendizaje cooperativo exige esfuerzo, individual y grupal; exige responsabilidad, individual y grupal; exige sacrificio, estudio, dedicación... pero también ayuda, respeto, tolerancia.  Claro que los alumnos tienen que aprender a trabajar solos pero  no es baladí la forma en que lo hagan. Y juntos se aprende más y mejor. Porque, querámoslo o no, somos Comunidad. Vivimos juntos, crecemos juntos, nos educamos juntos, aprendemos juntos. Lo de que la interacción social es el motor del aprendizaje es algo que ya nadie discute aunque nos cueste llevarlo al aula. Pues eTwinning nos facilita la tarea: colaboración y cooperación es un mismo paquete.