Nov 26, 2014

LA INNOVACIÓN NOS PISA LOS TALONES, PERO NOSOTROS VAMOS MÁS RÁPIDO



Después de sumergirme estas semanas en el océano de las evaluaciones internacionales y bucear detalladamente, es momento de salir a la superficie y reflexionar.

Quiero centrarme en un solo aspecto: la innovación y el profesorado.  Si algo podemos aprender de los resultados de PISA y demás pruebas, es que es necesario modificar nuestras prácticas pedagógicas porque la calidad de un sistema educativo no puede ser superior a la calidad de su profesores y del trabajo que desarrollan (Andreas Schleicher)   Y no es que tengamos que innovar para cambiar las cosas, es que tenemos que innovar porque las cosas cambian.  Los avances tecnológicos, sociales, económicos, están transformando la sociedad (el conocimientos, los usos y costumbres,  el aprendizaje…) y la escuela no puede quedar al margen. Más bien al contrario, debe ser (como siempre debió ser) un medio de transformación social y responder a las nuevas demandas sociales del siglo XXI.
He leído el informe TALIS ,  el Estudio Internacional sobre Enseñanza y Aprendizaje,  realizado entre 70.000 profesores y directores de 23 países cuyo propósito es estudiar las condiciones de la enseñanza y el aprendizaje, la dirección en los centros, la preparación y desarrollo profesional y la valoración del trabajo de los profesores.

Vayamos con algunas cifras, pero ¡cuidado!, sujétense que hay curvas:

-          Un 41% de profesores trabaja en un centro en  el que NO se ha llevado a cabo una autoevaluación en los últimos 5 años. 
-          Un 60% de los profesores NO ha sido sometido a una evaluación ni ha recibido información sobre su trabajo.
-          Un 90% dicen que NO recibirían ningún reconocimiento por mejorar la calidad de su enseñanza o por ser más innovadores en su enseñanza.

Estos datos me llevan a realizar unas reflexiones que comparto con vosotros:

1-      No existe una cultura evaluativa en España.  Y no será  porque no evaluamos. De hecho, es curioso que siendo la escuela un lugar donde estamos constantemente evaluando (dividimos el curso en evaluaciones, controles, parciales, exámenes,  boletines de notas, reválidas, pruebas de “destrezas indispensables”,  memoria del ciclo, del Claustro, de la CCP, nos evalúan los padres, …) y, recordando que la evaluación busca la mejora del aprendizaje y de la enseñanza; resulta curioso, decía que la escuela  sea uno de los lugares donde menos se cambia o se cambia más lentamente.  Lo datos reflejan que vivimos muy cómodos porque nadie nos evalúa. Una vez cerrada la puerta del aula,  pocas explicaciones debemos dar y a nadie debemos rendir cuentas.

2-      Los maestros que llegan nuevos tampoco suelen aportar nuevos planteamientos innovadores. La formación de los futuros maestros creo que adolece de muchos errores tanto sobre metodologías activas, uso de las TIC o estrategias de evaluación.   A los profesores de prácticas no se les exige ninguna tarea especialmente comprometida,  aprobar la práctica es pura rutina. El mismo procedimiento de acceso a la profesión  creo que no es el idóneo, basta compararlo con  la selección de profesorado en Finlandia (¡siempre Finlandia!).

3-      La formación continua depende de la buena voluntad e iniciativa del profesorado (salvo algunas mínimas exigencias de horas para cobrar parte del sueldo, cada 6 años). Yo hablo de la carencia de una auténtica y eficaz formación en centros.  La carrera docente es limitada y no promueve la innovación y el cambio. ¿Total, para qué complicarse la vida?  Trabaje más o menos, mejor o peor voy a ganar lo mismo, tendré menos problemas con los padres y menos complicaciones con los compañeros.  El dato del 90% que piensa que no les merece la pena o que no compensa innovar o introducir mejoras en sus prácticas, es preocupante (y reveladora).

4-      Trabajamos aislados. Nos reunimos bastante pero trabajamos generalmente solos. España, según TALIS, es el país en el que la cooperación entre profesores se limita a intercambio y coordinación de ideas e información y no de colaboración profesional directa.  Y un profesor no puede trabajar solo.  No estamos acostumbrados a trabajar en equipo, de forma colaborativa.   Y, como escuché una vez al ministro Ángel Gabilondo, un profesor aislado es un peligro público. Se educa en comunidad. Se aprende siempre con otros, compartiendo experiencias; se piensa con otros, se vive con otros, se crece con otros, se educa con otros.  Personalmente, he de admitir que, como dice la canción, "soy amigo de la piedra ya, de tropezar" pero aún así  participo en grupos de trabajo con otros docentes europeos a través del Programa eTwinning y debo reconocer que el grado de confianza, de debate, de reflexión... es inmensamente mayor que con muchos de mis propios compañeros de colegio.  Y he aprendido mucho conociendo experiencias de éxito y buenas prácticas reales en el aula.

¿Y qué se puede hacer? ¿Hay solución? Tanto como eso, no lo sé, más quisiera tenerlas. Pero creo que no nos vendrían mal algunas “cosillas”:

1-      Soy partidario de una mayor autonomía del profesorado para implementar programas y  métodos didácticos que promueven nuevas formas de enseñar (porque vivimos nuevas formas de aprender). El currículo o la organización escolar, los horarios, las asignaturas,...se convierten demasiado a menudo en obstáculos para el cambio.  Mi opción: el trabajo cooperativo (¡ojo, no hablo simplemente  de trabajar “juntos” para hacer un mural o trabajo en equipo, me refiero a grupos heterogéneos cooperativos que potencian la creatividad, rompe el individualismo y la competitividad,  mejora la autoestima y la motivación y además promueve un aprendizaje más eficiente y duradero) y el trabajo colaborativo con otros centros docentes y, por encima de todo, metodologías activas centradas en el alumno: ABP, gamificación, ...

2-      Sigo con la autonomía. Autonomía para elaborar mi propio material sin utilizar  libros de texto en ninguna materia que me impongan qué y cómo enseño y qué o cómo evalúo. No puedo atender a la diversidad del aula con un solo material /propuesta, y me niego  a que ninguna editorial me dicte los textos, preguntas o problemas que harán progresar a mis alumnos que yo conozco tan bien (no creo en el alumno estándar)  no me considero un mero aplicador de libros o guías didácticas y así que exprimo al máximo el potencial de las TIC.

3-      Esa autonomía exige también rendir cuentas, ser evaluado.  Propuesta: mejorar la carrera docente valorando las iniciativas innovadoras, la dedicación y el logro de  objetivos educativos.

4-      No creo en el trabajo solitario. Nos necesitamos. El trabajo en equipo de forma colaborativa, la creación de grupos de trabajo, la participación en grupos de discusión o debate como este propio curso… son buenas medidas para comenzar el cambio. Pero debe ir más allá. La auténtica colaboración es el motor del cambio y la mejora educativa. Mi opción: la presencia de 2 profesores en el aula en materias como Lengua o Matemáticas (los resultados de la docencia compartida aseguro que son espectaculares, para el alumno y para mí)  y el trabajo colaborativo con docentes (del centro o de otros centros, incluso extranjeros). Creo que sería buena idea trabajar en una especie de  Red de Centros donde pudiéramos compartir e intercambiar experiencias y prácticas de éxito.


Comparto con Alvaro Marchesi la opinión de que los informes externos sugieren que el cambio principal que debería provocarse para mejorar los resultados de nuestros alumnos está en las aulas y no tanto en el funcionamiento de las escuelas.

Y tenemos tarea por delante:
La precisión de los objetivos y contenidos de aprendizaje (el currículo)
La distribución del tiempo de enseñanza (horarios y organización)
El cambio metodológico
La mejora de la respuesta ante la diversidad en el aula
La formación de profesores, inicial y continua. 
La mejora y diversificación de la evaluación.

Sé que el asunto es complejo y que mis opiniones son fácilmente matizables: me  dejé en el tintero otras cuestiones como la falta de apoyo que reciben  los profesores, la  responsabilidad en todo esto de los legisladores y Administraciones Educativas (¿o mejor, irresponsabilidad?), la colaboración (o la ausencia de ella) de las familias, la enorme presión social,  la valoración y prestigio de los docentes, su malestar e incluso su soledad, también la vocación, la ilusión, la convicción de que tenemos una tarea vital para la sociedad del futuro. 

enlace al espacio de debate MOOC
https://preguntas.mooc.educalab.es/preguntas_pisa_timss/pregunta/4614/la-innovacion-nos-pisa-los-talones-pero-nosotros-vamos-mas-rapido/

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