Nov 23, 2014

más sobre la evaluación

Bullen en mi cabeza muchísimas reflexiones sobre la evaluación, avivadas con la leña que suponen todas las ideas, sugerencias y opiniones de los compañeros/as de curso MOOC.

Más que preguntarnos ¿qué, cuándo y cómo evaluar? , preguntitas que, siendo importantes, solemos responder con un sinfín de afirmaciones tan generales como poco practicadas, que adornan muy bien nuestras programaciones  pero que, en nuestro interior, sabemos que son papel mojado.  (me suena a cuando nos preguntan sobre nuestra metodología y respondemos eso de “activa y participativa”, cuando en la realidad la participación real de los alumnos es nula y la actividad se reduce a seguir siendo meros receptores de información y reproductores de la misma); más que preguntarnos eso, decía, me pregunto  si la cuestión  clave no sería  ¿por qué? y ¿para qué evaluar?; es decir, poner el acento en los fines de la evaluación y en los destinatarios de la evaluación. ¿ al servicio de quién y de qué  realizamos la evaluación?

En este punto, creo que sería necesario hablar de qué prácticas pedagógicas implementamos en el aula. En la evaluación subyace nuestra propia concepción de la escuela, del aprendizaje, del conocimiento, incluso de la sociedad.  En cada pregunta que elegimos para nuestros controles evidenciamos una concepción de la enseñanza, del aprendizaje, de la tarea de la escuela. Y creo que tendemos a reproducir lo que vivimos como alumnos. Y no es tan grave la subjetividad, que creo es inevitable en cierto grado, como la arbitrariedad.

Sobre los exámenes habría mucho que comentar. No soy muy partidario, así de entrada. De hecho, hace años que abandoné los “controles” y las “notas” (salvo exigencias legislativas) y reconozco que me costó (aún me sigue costando) muchas reflexiones, dudas e inquietudes.  Leí en algún sitio que  Buen profesor es el que garantiza el éxito, no el que confirma el fracaso, y creo que los exámenes solo confirman el fracaso de muchos alumnos.  Nos centramos en penalizar errores más que en incentivar la búsqueda de estrategias cognitivas que nuestros alumnos ponen en juego al responder. Tampoco creo que sean la mejor forma de atender a la diversidad del aula. Además ¿sabemos corregir exámenes simplemente porque conocemos las respuestas?. Después de estas 3 primeras tareas del curso PISA yo creo que no porque para confeccionar la codificación (corrección) de las pruebas entran en juego mucho más factores que el mero conocimiento de las soluciones.





 Además, podríamos abrir un debate importante sobre la diferencia y la distancia entre aprobar y saber. Me niego a identificar el aprobado con el aprendizaje y la evaluación por competencias no hace sino confirmar esta idea. ¿cuántos alumnos de los que suspenden PISA han obtenido excelentes notas en sus institutos? ¿y viceversa?  Los propios alumnos saben muy bien la diferencia y que las notas no son reflejo objetivo de lo aprendido.  Y actúan en consecuencia. Y nosotros también. De hecho, en mi centro escolar, el perfil de cada profesor influye más en los resultados que cualquier otro aspecto. Unos utilizan la evaluación "para motivar", otros como "llamada de atención", aprueban para "incentivar" o suspenden para "tirar de las orejas". El número de suspensos y aprobados depende más del uso que hace el profesor en cada  evaluación (que es diferente según sea la primera, segunda o tercera; o según sea final de ciclo o no) que de los resultados objetivos de los controles. 

Lo que tengo claro es que si el siglo XXI nos exigen cambiar ineludiblemente algunas prácticas pedagógicas eso debe conllevar el cambio de nuestras formas de evaluación.



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